La minería de Bitcoin es el proceso mediante el cual se emplea hardware informático para resolver acertijos criptográficos, validar transacciones y añadirlas a la blockchain. Los mineros reciben una cantidad definida de Bitcoin como recompensa por cada bloque validado correctamente. Este sistema asegura la descentralización y la protección de la red de Bitcoin.
La red de Bitcoin se basa en el mecanismo de consenso Proof of Work (PoW), que exige a los mineros calcular hashes y resolver problemas matemáticos de alta complejidad. Cuando la dificultad de la red aumenta, la probabilidad de minar un nuevo bloque con éxito disminuye. En 2025, la tasa global de hash continúa creciendo, empujando la dificultad de minado a niveles históricos.
Actualmente, los principales equipos de minería en el mercado son los mineros ASIC, que superan ampliamente a los ordenadores estándar en rendimiento y eficiencia. De cara a 2025, los mineros de última generación verán una bajada de precios y mejoras notables en sus prestaciones, lo que permitirá la entrada de pequeños y medianos mineros al sector. Por ejemplo, el lanzamiento de un minero de 3 nanómetros por Block supone un avance clave para reducir las barreras de acceso a la minería.
Los costes principales en minería abarcan la adquisición de equipos, el consumo eléctrico y el mantenimiento. La electricidad es el factor esencial para determinar la rentabilidad, y zonas como Paraguay y Etiopía ofrecen una ventaja competitiva debido a sus precios energéticos reducidos. Según los datos más recientes, en 2025 los mineros de gran escala manejan costes medios de minería entre $26 000 y $28 000, mientras que el precio de Bitcoin supera los $110 000 en 2025, asegurando la rentabilidad de la actividad minera.
En 2025, la minería de Bitcoin avanza hacia una mayor sofisticación, sostenibilidad y expansión internacional. Grandes empresas tecnológicas como Google se han convertido en el principal accionista de la empresa minera TeraWulf, lo que pone de relieve el creciente interés por el sector. Además, la rentabilidad de los mineros se ve condicionada por los halvings y el incremento de la dificultad de red, lo que hace imprescindible optimizar continuamente las operaciones para mantener los beneficios.