La inseguridad es un veneno que te hace vivir de rodillas toda tu vida, te hace retroceder automáticamente ante las oportunidades, te hace sentir como basura frente a la persona que te gusta, incluso cuando otros te halagan sientes que es una burla, vives como un criminal que siempre está pidiendo disculpas. No te atreves a pedir comida cara, siempre reconoces tus errores en una pelea, te sientes incómodo incluso con un pequeño cumplido del jefe. No estás viviendo, estás pagando por un pecado que en realidad no existe. Lo más aterrador es que ya te has acostumbrado a esta humildad, a pesar de que tus habilidades no son malas, siempre sientes que no mereces. Cuando ves a otros tener éxito, tu primera reacción es pensar que ellos son naturalmente talentosos, en lugar de pensar que tú también puedes. Tú mismo te has puesto un techo, esas voces que te niegan ya no las recuerda nadie, solo tú sigues repasándolas cada día, tomándolas como verdad. Una crítica de tus padres, las burlas de tus compañeros hace veinte años, han creado en tu mente un nido de serpientes venenosas que te muerden día y noche. Despierta, nadie te ha condenado, eres tú quien se ha impuesto una cadena perpetua. Te escondes en tu caparazón y aún así culpas al mundo por no verte levantarte sin morir. Ve a luchar por lo que deseas, a rechazar las demandas irracionales, a vivir con firmeza, ¿qué le debes a este mundo? No le debes nada, la inseguridad es un engaño, es la excusa perfecta que te das a ti mismo para no atreverte a luchar. Arranca esa etiqueta que dice "no merezco", y descubrirás que nunca hubo nadie que realmente pensara que eres inferior, excepto tú mismo.