La adicción que más debes dejar en esta vida no es el alcohol ni el tabaco, ni tampoco el deseo, sino la adicción a "ser elogiado por los demás". Porque una vez que empiezas a preocuparte por la opinión de los demás, ya has sido encadenado por el mundo. Si otros te elogian, es porque has seguido su voluntad; si te critican, es porque has obstaculizado su camino. La evaluación nunca es un hecho, sino un reflejo de intereses, una etiqueta que te imponen para mantener su propio orden en el mundo. Una vez que aceptas esto, serás domesticado para convertirte en lo que ellos quieren. Entonces te esfuerzas por ser "una buena persona", no te atreves a rechazar, no te atreves a enojarte, e incluso no te atreves a ser tú mismo. Poco a poco, tus acciones, pensamientos y personalidad son esculpidos en una jaula por la mirada de los demás. Recuerda una cosa: la visión del mundo de los demás es para que ellos se sientan mejor, no para que tú te sientas mejor. Así que no expliques, no respondas, no te adentres en el sistema de valores de nadie. La opinión de los demás no te concierne, lo que ven es solo su propia proyección. Vivir en la boca de otros es morir en tu propio corazón. La verdadera libertad es que, aunque todo el mundo esté alborotado, puedas escuchar en tu interior: yo soy yo.
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La adicción que más debes dejar en esta vida no es el alcohol ni el tabaco, ni tampoco el deseo, sino la adicción a "ser elogiado por los demás". Porque una vez que empiezas a preocuparte por la opinión de los demás, ya has sido encadenado por el mundo. Si otros te elogian, es porque has seguido su voluntad; si te critican, es porque has obstaculizado su camino. La evaluación nunca es un hecho, sino un reflejo de intereses, una etiqueta que te imponen para mantener su propio orden en el mundo. Una vez que aceptas esto, serás domesticado para convertirte en lo que ellos quieren. Entonces te esfuerzas por ser "una buena persona", no te atreves a rechazar, no te atreves a enojarte, e incluso no te atreves a ser tú mismo. Poco a poco, tus acciones, pensamientos y personalidad son esculpidos en una jaula por la mirada de los demás. Recuerda una cosa: la visión del mundo de los demás es para que ellos se sientan mejor, no para que tú te sientas mejor. Así que no expliques, no respondas, no te adentres en el sistema de valores de nadie. La opinión de los demás no te concierne, lo que ven es solo su propia proyección. Vivir en la boca de otros es morir en tu propio corazón. La verdadera libertad es que, aunque todo el mundo esté alborotado, puedas escuchar en tu interior: yo soy yo.