Compartir con sabiduría: cultivar la mente es una práctica que atraviesa toda la vida: puede ser aceptar nuestras imperfecciones, relajarse después de soltar las obsesiones, mantener la calma en medio de conflictos, o tener empatía por el sufrimiento de los demás. La meta de este camino es la “claridad” — un corazón como un cielo despejado, sin nubes, que no se ve perturbado por las evaluaciones externas ni atrapado en los remolinos de los deseos, capaz de saber claramente “quién soy” y “qué quiero”. Al igual que la sabiduría de Wang Yangming de que “no hay nada fuera de la mente”, la esencia de cultivar la mente es, a través de la purificación interior, liberar el corazón de los pensamientos y apegos, y regresar a la claridad que siempre ha sido inherente.
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Compartir con sabiduría: cultivar la mente es una práctica que atraviesa toda la vida: puede ser aceptar nuestras imperfecciones, relajarse después de soltar las obsesiones, mantener la calma en medio de conflictos, o tener empatía por el sufrimiento de los demás. La meta de este camino es la “claridad” — un corazón como un cielo despejado, sin nubes, que no se ve perturbado por las evaluaciones externas ni atrapado en los remolinos de los deseos, capaz de saber claramente “quién soy” y “qué quiero”. Al igual que la sabiduría de Wang Yangming de que “no hay nada fuera de la mente”, la esencia de cultivar la mente es, a través de la purificación interior, liberar el corazón de los pensamientos y apegos, y regresar a la claridad que siempre ha sido inherente.