La vida a menudo deambula entre ganancias y pérdidas. Si te aferras demasiado a lo que buscas, en realidad te vuelves más propenso a sentirte angustiado cuando tus expectativas no se cumplen. Como una semilla que no persigue activamente la floración, pero aún así llena el jardín de fragancia; las aguas que no insisten en fluir hacia el mar, pero nutren innumerables seres en su camino. La verdadera sabiduría no consiste en aferrarse con fuerza, sino en saber cuándo soltar. No forzar, esa es la verdadera tranquilidad; no aferrarse, esa es la verdadera libertad. Las cosas del mundo son como nubes que se desplazan, su reunión y dispersión están predestinadas. Si puedes ver las ganancias y pérdidas con una mente tranquila, podrás mantener la paz interior en medio del bullicio. Como observar el cambio de las estaciones, las flores que florecen y caen son solo paisajes. Cuando no hay nada que te ate en el corazón, el mundo ante tus ojos mostrará su verdadera forma. Seguir el destino no es ser pasivo, sino vivir en armonía con todas las cosas.
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La vida a menudo deambula entre ganancias y pérdidas. Si te aferras demasiado a lo que buscas, en realidad te vuelves más propenso a sentirte angustiado cuando tus expectativas no se cumplen. Como una semilla que no persigue activamente la floración, pero aún así llena el jardín de fragancia; las aguas que no insisten en fluir hacia el mar, pero nutren innumerables seres en su camino. La verdadera sabiduría no consiste en aferrarse con fuerza, sino en saber cuándo soltar. No forzar, esa es la verdadera tranquilidad; no aferrarse, esa es la verdadera libertad. Las cosas del mundo son como nubes que se desplazan, su reunión y dispersión están predestinadas. Si puedes ver las ganancias y pérdidas con una mente tranquila, podrás mantener la paz interior en medio del bullicio. Como observar el cambio de las estaciones, las flores que florecen y caen son solo paisajes. Cuando no hay nada que te ate en el corazón, el mundo ante tus ojos mostrará su verdadera forma. Seguir el destino no es ser pasivo, sino vivir en armonía con todas las cosas.