Piénsalo: cada momento épico en el deporte, cada jugada legendaria, cada pieza de memorabilia tiene un valor real. Sin embargo, la mayor parte de ese valor simplemente está allí, encerrado e inaccesible.
Ahora imagina invertir ese guion. ¿Qué pasaría si la propiedad intelectual deportiva pudiera ser realmente programable? Tú controlarías quién puede usarla, cómo puede ser remezclada en nuevas creaciones y, lo más importante, quién se beneficia cuando lo hace.
Esa es la transformación que está ocurriendo en este momento. Los aficionados ya no solo están mirando, sino que están participando. ¿Los creadores que hacen remixes y reimaginan estos momentos? Finalmente están siendo remunerados. Todo el panorama de la propiedad intelectual deportiva, valorado en aproximadamente medio billón de dólares, está siendo reconfigurado en algo mucho más dinámico y abierto.
Ver originales
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
6 me gusta
Recompensa
6
2
Republicar
Compartir
Comentar
0/400
ArbitrageBot
· hace4h
¡Vaya, ¿realmente va a despertar el plato de IP de medio billón?
Remixable, Programabilidad, transparencia en la distribución de beneficios... suena genial, pero quién realmente se beneficia aún está por verse.
¿Los creadores cuántos centavos podrán obtener? El gran porcentaje aún lo come la plataforma.
Ver originalesResponder0
PumpDoctrine
· hace5h
Recordar esos momentos clásicos guardados en el almacén es realmente una pena... pero a decir verdad, esta trampa "Programabilidad IP" suena un poco vacía.
¿Realmente se puede democratizar el IP deportivo? No se trata de quién tiene el poder de la palabra.
Piénsalo: cada momento épico en el deporte, cada jugada legendaria, cada pieza de memorabilia tiene un valor real. Sin embargo, la mayor parte de ese valor simplemente está allí, encerrado e inaccesible.
Ahora imagina invertir ese guion. ¿Qué pasaría si la propiedad intelectual deportiva pudiera ser realmente programable? Tú controlarías quién puede usarla, cómo puede ser remezclada en nuevas creaciones y, lo más importante, quién se beneficia cuando lo hace.
Esa es la transformación que está ocurriendo en este momento. Los aficionados ya no solo están mirando, sino que están participando. ¿Los creadores que hacen remixes y reimaginan estos momentos? Finalmente están siendo remunerados. Todo el panorama de la propiedad intelectual deportiva, valorado en aproximadamente medio billón de dólares, está siendo reconfigurado en algo mucho más dinámico y abierto.