«Aventuras de una persona con fobia social en un taxi: de repente, copiloto en un drama romántico»

Hoy salí y pedí un coche, y quizás porque suelo sentarme delante cuando voy con amigos, me senté directamente en el asiento del copiloto. Ya dentro me di cuenta de que era un BMW.

Un chico guapo conducía. “Hola” dijo con voz suave, un poco sonrojado. Al parar en un semáforo, me dijo en voz baja: “Puedes bajar un poco el asiento, estarás más cómoda”.

Entonces le pregunté por qué conducía un BMW para Didi. Me respondió que últimamente no iba bien el negocio, que había estado algunos días en casa aburrido y por eso había decidido salir a conducir, que era su primer día, “Pensé que al salir... podría encontrarme con personas diferentes”.

Durante todo el trayecto hablamos poco, porque yo también soy bastante tímida, y él igual. Decidí de repente cambiar de destino e ir a casa de una amiga. Le pregunté si podía cambiar el destino y él giró la cabeza, me miró con dulzura y me dijo: “Claro que sí”. Hizo una pausa y añadió: “Donde quieras ir, te llevo”.

De repente sentí que esas palabras sonaban un poco ambiguas, me quedé sin palabras y cambié el destino en silencio. Después solo hubo alguna que otra frase suelta, buscando tema de conversación sin mucho éxito. ¡Fue un trayecto extraño, con una sensación difícil de explicar!

Qué pena que al final no pidió mi contacto, si no, ¡podría haberlo presentado a mis amigas! Jaja. Pero aunque esta ciudad es grande, quizá algún día volvamos a encontrarnos en alguna esquina.