Al repasar mis operaciones de este tiempo, he descubierto un patrón: las monedas con las que realmente he ganado dinero tienen un punto en común: despegan muy rápido después de comprarlas, dejando el precio de compra muy atrás.

Como aquel proyecto anterior, que poco después de entrar se multiplicó por 20, o el token más reciente, en el que entré cuando la capitalización rondaba los 50.000 dólares y ahora ya ha subido bastante. Tener este tipo de monedas es cómodo, y te da confianza para ajustar la posición más adelante como quieras.

¿Y aquellas en las que me quedé atrapado nada más comprar? Se pasan una semana o incluso más oscilando alrededor del precio de compra—sinceramente, esas no soy capaz de mantenerlas. Se me viene abajo la moral y al final o vendo en pérdidas o me pierdo la siguiente subida.

Ahora que lo tengo claro, me siento mucho más tranquilo. Hay dinero que simplemente no está hecho para mi estilo de operar, no hay que obsesionarse ni lamentarlo. Hay tantas oportunidades en el mercado, solo hay que buscar las que encajen con tu propio ritmo.