Recuerdo cuando me lancé por primera vez a la escena artística de Solana. Cero herramientas sofisticadas. Sin estética de máquina de escribir, sin animaciones llamativas, ni siquiera sabía dibujar una figura decente. ¿Y seguidores? No tenía ni uno solo.

Solo tenía un puñado de palabras que junté como pude. Pero aquí está la clave: nunca me rendí. Seguí experimentando. Seguí empujándome a territorios incómodos. Probé cosas que no funcionaron. Probé más cosas que al final sí funcionaron.

Así es como realmente consigues avanzar en este espacio. No teniendo todo resuelto desde el primer día, sino negándote a quedarte estancado. Solana me dio el terreno de juego. Yo solo tuve que presentarme y trastear hasta que algo encajó.