En cuanto el Banco de Japón sube los tipos de interés, ¿por qué siempre es el bitcóin el primero en sufrir las consecuencias? En realidad, la cadena de transmisión detrás de esto es bastante clara.

Empecemos por la propia subida de tipos en Japón: cuando termina la era de los tipos de interés cero y pedir dinero prestado deja de ser gratis, quienes se beneficiaban de los arbitrajes a bajo interés tienen que volver a hacer cuentas. En este momento, el mercado de deuda estadounidense se convierte en una variable clave.

Hay que saber que los inversores japoneses son los mayores compradores extranjeros de deuda estadounidense. Según los datos TIC del Tesoro de EE. UU., a principios de 2024 tenían en sus manos alrededor de 1,15 billones de dólares en bonos del Tesoro, manteniéndose firmes en el primer puesto mundial.

Pero en cuanto el Banco de Japón sube los tipos de interés y el rendimiento de la deuda japonesa empieza a repuntar —por ejemplo, cuando el rendimiento del bono japonés a 10 años supera el 1%(— hay que recalcular: ¿para qué asumir el riesgo de fluctuaciones del tipo de cambio manteniendo bonos estadounidenses? ¿No es mejor venderlos y repatriar el dinero para invertirlo en deuda nacional?

Ahí es donde está el problema: el capital japonés vende bonos estadounidenses, el precio de estos cae y su rendimiento sube. Y cuando el rendimiento de la deuda estadounidense sube, el coste global de financiación en dólares también aumenta. En ese momento, todos los activos de riesgo tienen que ser revalorizados.

Si miramos atrás, en el cisne negro de 2020, el bitcóin fue prácticamente el primero del que se deshicieron los inversores. Al fin y al cabo, es un mercado que opera 24/7 y carece del respaldo de datos fundamentales como los activos financieros tradicionales. Hoy en día, este guion de "ser el primero en ser abandonado" sigue repitiéndose. Cada vez que aparecen señales de restricción de liquidez global, el mercado siempre empieza ajustando los criptoactivos.