Las stablecoins están transformando la forma en que el dinero se mueve a través de las fronteras. Prometen remesas más rápidas y baratas, así como pagos internacionales más fluidos. Pero aquí está el problema, especialmente para las economías emergentes: estas mismas ventajas generan dolores de cabeza a los bancos centrales que intentan gestionar la política monetaria. ¿Estabilidad financiera? También se complica. Un reciente análisis del FMI profundiza en esta espada de doble filo, sopesando lo que ganan los gobiernos frente a lo que arriesgan perder en cuanto a control.