Un alto ejecutivo de uno de los gigantes del software empresarial ha lanzado recientemente una opinión controvertida: la inteligencia artificial se ha convertido, en esencia, en una característica comoditizada más que en un factor diferenciador competitivo. El ejecutivo sostiene que, aunque las capacidades de IA son cada vez más un requisito básico en la industria del software, el verdadero valor reside en cómo estas tecnologías potencian las soluciones empresariales existentes. Esta perspectiva desafía el bombo alrededor de la IA como un producto revolucionario independiente, y la posiciona, en cambio, como un potenciador que hace que las herramientas empresariales tradicionales sean más potentes. Es una visión pragmática que podría resonar en empresas cansadas de los clichés sobre IA, sugiriendo que el foco debería pasar de “¿tienes IA?” a “¿qué tan eficazmente se integra la IA en tu flujo de trabajo?”. El enfoque de la comoditización también apunta a un mercado maduro en el que la funcionalidad básica de IA se convierte en una infraestructura esperada, no en un argumento de venta premium.