Un alto funcionario de la Fed recientemente rechazó la narrativa de que los bancos centrales deberían reducir las tasas solo para aliviar los costos de endeudamiento del gobierno. ¿El problema principal? La independencia institucional. Cuando los responsables de la política comienzan a tratar las decisiones sobre las tasas de interés como una herramienta para financiar la deuda del gobierno, se difuminan las líneas entre la política monetaria y la política fiscal, y ese es exactamente el tipo de presión que socava la autonomía de la Fed. Esto importa porque los mercados necesitan confiar en que las decisiones sobre las tasas se toman en función de los datos de inflación y empleo, no por conveniencia política o presupuestaria. Una vez que esa independencia se erosiona, la credibilidad también lo hace, y desde inversores hasta ahorradores comunes comienzan a cuestionar todo el sistema.