El mundo de las criptomonedas ha ocurrido recientemente un hecho bastante absurdo. Un gran poseedor de BTC quiso liquidar sus bitcoins, cambiar a stablecoins y luego obtener algún rendimiento financiero—un trabajo con un 20% de rentabilidad anual, ¿no es mejor no dejarlo pasar? Pero al hacer la orden de compra, se quedó completamente atónito. El pool de liquidez no pudo soportar esa operación, el precio se desplomó instantáneamente, y el precio de BTC cayó en picado hasta los 24,000 dólares. ¿Ese rendimiento anual? Ni siquiera para cubrir esta pérdida, y aunque fuera toda la vida, no sería suficiente.

Este asunto, aunque absurdo, revela problemas profundos en DeFi. Sin suficiente profundidad en los pools de liquidez, es como construir una casa sobre arena movediza. Por muy atracta que sea la promesa de precio, una sola operación grande puede colapsar toda la estructura.

¿Y qué hacer? Los inversores necesitan saber con antelación: ¿es seguro un pool? ¿Son los datos de precios verdaderamente confiables?

Aquí entra en juego la infraestructura clave de DeFi: los protocolos de oráculos. En pocas palabras, son el puente que conecta los precios del mundo real con los datos en la cadena. Muchos proyectos están trabajando en esto. Mediante mecanismos de agregación con múltiples nodos y fuentes, se puede contrarrestar eficazmente fenómenos como la manipulación de precios por parte de un solo exchange o la distorsión de precios causada por la escasez de liquidez. Mientras los grandes inversores todavía persiguen altas rentabilidades, los expertos ya están investigando cómo resolver de raíz la desconexión entre la fuente de precios y la profundidad de las transacciones.

Los oráculos no son glamorosos, y no te darán un 20% de rentabilidad anual, pero son la verdadera válvula de seguridad en el mundo de DeFi.